domingo, 1 de junio de 2014

Divagaciones de una caída.

Después de una caída que a priori me pareció leve, las expresiones de quienes miraban mi herida me hicieron ver con más atención el pequeño hueco debajo de mi codo izquierdo. Parecía que lo había intervenido alguna minera de cualquier parte del país: profundo, sin orden, se veía feo pues.

Al segundo día después de la caída sentía dolor en algunos movimientos de mi brazo y la vibración al pasar hoyos me hacía soltar el volante y manejar a una sola mano.

Tuve una caída fuerte.



Pero lo realmente interesante es la compostura. Me imaginé que si mi brazo fuera un edificio yo solicitaría el servicio de reparación con un anuncio redactado más o menos así:

"Solicito reparación. Área pequeña y en algunos puntos profunda.
La superficie en cuestión se mantiene en continuo movimiento. A veces se estira y otras se encoge.
La reparación debe permitir el movimiento del resto del edificio.
Debe ser impermeable, susceptible de lavarse y construirse con suficiente humedad.
La limpieza en el trabajo es fundamental.
Durante los descansos la parte dañada podrá sufrir algunos roces y recargones no deseados pero imposibles de controlar.
El arreglo debe igualar en color y textura al resto del edificio.
Este trabajo no deberá tomar más de 10 días para conseguir un estado sólido".

Y estoy seguro de que se me pasan más condicionantes que cumple nuestro cuerpo en las reparaciones que realiza. Es impresionante que llevemos intrínsecamente este poder.

Mi costra está chula de bonita. Me permite trabajar y descansar. Ya casi parece que no pasó nada hace 7 días.

:)